El Daiquirí.

"¿Daiquirí o Daiquiri?", así se lo preguntó mi amigo Pedro en el cálido y ya lejano agosto de 1995 a un camarero en El Floridita, justo enfrente de la estatua de bronce del amigo Ernesto que recuerda su rincón preferido en su bar preferido de La Habana. Nada más terminar la pregunta, Pedro apuró su copa de un trago y pidió otro, mientras uno que pagaba esa noche (por turno y no voy a decir quién pero fue duro), comenzaba a pensar si llevábamos dólares suficientes para pagarlos, por cierto, la moneda del enemigo.

El camarero, muy sorprendido por la pregunta no supo qué contestar. Ni falta que hacía, ahí estaba Pedro para ello, "lleva acento y el famoso coctel debe su origen a una playa". Susodicha playa (que imagino preciosa) está cerca de Santiago de Cuba y a´llí, en la construcción de un ferrocarril, un ingeniero (entonces pensaba que inglés, ahora sé que norteamericano) inventó un coctel con el ron local, el cual se le hacía muy duro de trasegar a palo seco. Lo había leído en un folleto y esta versión coincide con la mayoritaria en las distintas fuentes que he consultado en Google. Y además, si lo dice Pedro realmente no sé para qué consulto en Google, perdóname amigo mío.

Pronto volveremos allá, en noviembre recorreremos José Vicente y yo la Calle Obispo arriba (hacia el Capitolio y luego Barrio Chino a comer), y luego, Obispo abajo (hacia los Capitanes Generales, parando antes en Floridita y Dos Mundos). Eso quiere decir que pronto volveremos a brindar con la estatua de Don Ernesto la cual siempre se resiste a salir bien en la foto, "se me mueve" como si tuviera vida y treinta daiquirís encima (o dentro, vete tú a saber).

Por cierto, en la Plaza de San Francisco, al lado de la dársena de turistas del puerto de La Habana, está el edificio de la Lonja de Comercio y ahí está el Café Mercurio, donde preparan el "Daiquirí Mulata", no dejen de probarlo.