Hace varios meses que me recomendaron esta película de la cual apenas había oido hablar, exceptuando la nominación al Oscar de
Bill Murray, el famoso actor de los
Cazafantasmas y compañero de
Michael Jordan en el irrepetible partido con los
Tiny Toons, quien había cambiado de registro y había interpretado casi que por primera vez un papel catalogado por la crítca como ¿serio? (en realidad yo no lo afirmaría, creo que el bueno de Bill se está riendo en casi toda la cinta).
En cuanto recibí el "soplo" intenté ver la película pero varias vicisitudes parecía que me alejaban de ella, no estaba en el videoclub, apenas había copias en p2p, consigo un DVD y deja de verse a los diez minutos, tengo un compromiso ineludible el día del estreno en Digital+, y así hasta que una noche llego del gimnasio y aunque está empezada la emisión consigo verla y lo cierto es que pocas veces me habrán recomendado algo que me haya gustado sin reparo alguno, ese algo (alguien mejor dicho) tiene nombre (y apellido), se llama
Scarlett (como
Vivian Leigh en los "Siete Robles") y se apellida
Johanson, y estaba como muy perdida en Tokyo.
Decía
Sofía Coppola, directora de la película, que con la misma pretende reflejar el aburrimiento que ella mismo pasó cuando estuvo en esa ciudad hace varios años mientras su padre rodaba. Igual es eso simplemente, pero lo cierto es que la película va mucho más allá aunque quizá ni la misma directora lo tenga presente, la imagen de la protagonista encerrada en su habitación mirando el tiempo pasar es un plano cinematográfico en el que la directora consigue mostrar en pocas imágenes lo muy superficial que puede llegar a ser nuestra existencia donde lo que priva es el trabajo, el éxito y los resultados.
Sólo en una sociedad como la nuestra, tan excesivamente tendente a demostrar lo buenos que somos por lo muy bien que trabajamos y el éxito que cosechamos (como si eso no estuviera al alcance de gente no tan buena, miren por ejemplo a
George W. Bush), puede entenderse que una chica joven con ganas de vivir ha de quedarse mirando por la ventana mientras su marido va haciendo fotos a un grupo musical de moda, ella espera no se sabe qué. Y mientras, un actor maduro vive sus últimos momentos de gloria rodando un spot en Japón y vaciando las reservas de la licorería del hotel. Alrededor de ellos se desarrolla una atmósfera de superficialidad latente y etérea, managers, relaciones públicas, fotógrafos, actrices en promoción, etc. todo ello aditamentado debidamente con el "leif motiv" de la trama, algo perdidos, mejor dicho, perdidos del todo en su tránsito.
Porque en definitiva se trata de eso, ella sigue derroteros marcados por su pareja que muy bien podría recorrerlos en solitario, él no encuentra su rumbo desde mucho tiempo atrás y de la comunicación con su esposa se encargan los mensajeros de Fedex (increible la escena con los cuadraditos rojos de la moqueta). Ambos se convierten en seres itinerantes muy confundidos que terminan encontrándose en el lobby del hotel rodeados de figurantes que practican un arte marcial. Ese momento de cruce es el punto en común, es el nexo de intersección de ambos transeuntes, son dos vidas que están a punto de chocar en un punto sin retorno cual dos cometas alejados de su galaxia en órbitas siderales ajenas a su existencia, es 'lost in translation', en estado puro.
Como caminante ignoro cuál es mi derrotero, no sé si estoy en el de ella o en el de él. No lo termino de saber porque igual no estoy tan perdido, o al menos así lo deseo. Eso sí, si algún día me encuentro con ella igual no subo al taxi y no se acaba ahí la historia, Tokyo 2006 no es Casablanca 1941, no hay alemanes malos y siempre habrá otro avión para volver a casa, los comienzos de bonitas amistades con gendarmes los podemos dejar para otro día.
En fin, gracias
rayo de sol por enseñarme donde mirar.