La Autopista de Don Quijote y un paleto centralista.
La Mancha es un cruce de caminos, de múltiples caminos quedaría mejor. Los que vivimos en el sureste siempre que nos adentramos en ella suele ser para transitar hacia alguna parte, la mayor de las veces hacia Madrid, capital de esta España que algunos creen rota y para otros es cada vez más de todos a la vez, cada uno con sus peculiaridades y respetos.
El pasado fin de semana se abrió al tráfico una autopista de peaje, la AP-36, destinada a unir Ocaña (provincia de Toledo lindando con el sur de Madrid) con La Roda (Albacete). Esta carretera sigue el curso de la muy antigua N-301 (entre otros sitios recuerdo tras casi quince años sin pasar por allí a Pedroñeras, Quintanar de la Orden y Mota del Cuervo). El precio no se antoja caro, máxime si tenemos en cuenta que se ganará tiemnpo con respecto a la sosa A-3 actual y que además permitirá llegar al sur de Madrid (al centro ya será otra historia), en poco tiempo y con conducción relajada.
Eso sí, no puedo dejar de exaltarme cuando leo en 20 Minutos que esta obra viene a ser "la continuación de la R-4 hacia Levante". Sí señor, con dos .... trillos (por no decir otra cosa). Realmente hay que ser centralista y paleto, además de estar poco viajadito y casi nada leidito a estas alturas de la vida para decir (escribir) esta burrada. Se considera una infraestructura de comunicaciones desarrollada íntegramente en otra Comunidad Autónoma como una mera prolongación de un vial de salida de la capital del Reino. Me reafirmo, hacen falta bemoles y trillos para escribir esto.
Señores/as editores/as del diario. Ustedes ya saben, pero yo se lo recuerdo por si el calor les ha fundido alguna bombilla y/o pistón. Para rellenar hueco en el periódico y antes de dejar que se cuele tan supina estupidez, mejor pongan una foto. Si les parece pueden insertar la que viene a continuación, con un poco de suerte su redactor/a no pondrá al pie de la misma "los muy típicos molinos de viento del sur de Madrid que Miguel de Cervantes (madrileño universal) recogió en una de sus novelas, la de un caballero algo loco que en lugar de ir en coche se recorrió los alrededores de Madrid a caballo seguido de un asistente personal que iba en burro".